Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar
para que ya, una vez más, estemos en Navidad..
El domingo 02 de diciembre es el primero y el advenimiento que
vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la
Tierra.
Es tiempo de preparación puesto que siempre
que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.
La Iglesia nos invita a que introduzcamos en
nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario
para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada
purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el
recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el
ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando
así los Caminos del Señor.
Caminos que llevamos en nuestro interior y
que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de
lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de
nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos
conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.
Hace unos días celebrábamos el día de Cristo
Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a
enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores
arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara
bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a
lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas
ocultas a los sabios y a los ricos.
Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay
que hacerse discípulo de Cristo.
A nosotros no toca ser portadores del mensaje
que Jesús vino a traer a la Tierra.
Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino
para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por
nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en
su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre
vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y
sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre
"ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).
Cuatro domingos faltan para que celebremos su
llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del
bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos
superfluos.... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan
también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace
hombre.
ESTO ES EL ADVIENTO. PREPARÉMONOS CON
ILUSIÓN Y CON FE.