Cuenta la historia que a mediados del siglo
XVII un humilde mulato pintó al Cristo crucificado en un paño de muro, dentro
del muladar de Pachamilla, una zona donde los negros angoleños se agruparon
viviendo en una pobreza absoluta.
El 13 de Noviembre de 1655, a las 2:45 de la
tarde se produjo un terrible terremoto en Lima y El Callao, derrumbando
Iglesias, sepultando mansiones dejando miles de muertos y damnificados.
Todas las paredes de la cofradía se vinieron
abajo, excepto el débil muro de adobe en el cual se encontraba pintada la
imagen de Jesús. La imagen quedó intacta, sin ningún resquebrajamiento.
La imagen atrajo gran cantidad de adoradores,
que con sus cánticos y bailes semipaganos escandalizaban a las autoridades
políticas y religiosas, el Virrey ordenó la destrucción de la imagen. Al subir
un pintor la escalera para borrarla, empezó a sentir temblores y escalofríos,
teniendo que ser atendido de inmediato para proseguir con su labor. Luego
intentó nuevamente subir pero fue tanta la impresión causada que bajó
raudamente y se alejó asustado del lugar sin culminar con la tarea encomendada.
Un segundo hombre, un soldado de Balcázar, de
ánimo más templado, subió pero bajó rápidamente, explicando luego que cuando
estuvo frente a la imagen vió que se ponía más bella y que la corona se tornaba
verde; por esa razón no cumplió la orden dada. Ante la insistencia de las
autoridades por desaparecer la imagen, la gente manifestó su disgusto y comenzó
a protestar con airadas voces y actitudes amenazantes que obligaron a retirarse
a la comitiva. La orden fue revocada y se acordó que en ese lugar se rindiera
veneración a la poderosa imagen.
El 20 de Octubre de 1687 un maremoto arrasó
con el Callao y parte de Lima y derribó la capilla que se había levantado en
honor a la imagen de Cristo. Quedando solo en pie la pared de adobe con la
imagen del Cristo Crucificado. De esta forma fue admitido por la Iglesia y se
consagró su culto.
Una copia al oleo de la imagen fue
confeccionada y fué llevada en procesión por las calles de Lima implorando al
Cristo Crucificado para que apaciguara la ira de la naturaleza. Desde aquel
entonces se estableció que en los días 18 y 19 del mes de Octubre tendría lugar
la procesión del Señor de los Milagros.
Las procesiones que parten del Convento de
Las Nazarenas se desplazan por diversos lugares, durando varios días, hasta
retornar a su punto de partida, no tienen igual en ninguna parte de América.
Cuenta la historia que a mediados del siglo
XVII un humilde mulato pintó al Cristo crucificado en un paño de muro, dentro
del muladar de Pachamilla, una zona donde los negros angoleños se agruparon
viviendo en una pobreza absoluta.
El 13 de Noviembre de 1655, a las 2:45 de la
tarde se produjo un terrible terremoto en Lima y El Callao, derrumbando
Iglesias, sepultando mansiones dejando miles de muertos y damnificados.
Todas las paredes de la cofradía se vinieron
abajo, excepto el débil muro de adobe en el cual se encontraba pintada la
imagen de Jesús. La imagen quedó intacta, sin ningún resquebrajamiento.
La imagen atrajo gran cantidad de adoradores,
que con sus cánticos y bailes semipaganos escandalizaban a las autoridades
políticas y religiosas, el Virrey ordenó la destrucción de la imagen. Al subir
un pintor la escalera para borrarla, empezó a sentir temblores y escalofríos,
teniendo que ser atendido de inmediato para proseguir con su labor. Luego
intentó nuevamente subir pero fue tanta la impresión causada que bajó
raudamente y se alejó asustado del lugar sin culminar con la tarea encomendada.
Un segundo hombre, un soldado de Balcázar, de
ánimo más templado, subió pero bajó rápidamente, explicando luego que cuando
estuvo frente a la imagen vió que se ponía más bella y que la corona se tornaba
verde; por esa razón no cumplió la orden dada. Ante la insistencia de las
autoridades por desaparecer la imagen, la gente manifestó su disgusto y comenzó
a protestar con airadas voces y actitudes amenazantes que obligaron a retirarse
a la comitiva. La orden fue revocada y se acordó que en ese lugar se rindiera
veneración a la poderosa imagen.
El 20 de Octubre de 1687 un maremoto arrasó
con el Callao y parte de Lima y derribó la capilla que se había levantado en
honor a la imagen de Cristo. Quedando solo en pie la pared de adobe con la
imagen del Cristo Crucificado. De esta forma fue admitido por la Iglesia y se
consagró su culto.
Una copia al oleo de la imagen fue
confeccionada y fué llevada en procesión por las calles de Lima implorando al
Cristo Crucificado para que apaciguara la ira de la naturaleza. Desde aquel
entonces se estableció que en los días 18 y 19 del mes de Octubre tendría lugar
la procesión del Señor de los Milagros.
Las procesiones que parten del Convento de
Las Nazarenas se desplazan por diversos lugares, durando varios días, hasta
retornar a su punto de partida, no tienen igual en ninguna parte de América.