El día de la madre no es solamente ofrecer,
como muchos hacen, un regalo o un detalle de cariño; sino fundamentalmente
reconocer nosotros, como Iglesia, lo importante que es la madre para la
sociedad.
Hoy quisiera decirles en sus hogares como
Pastor de la Arquidiócesis: ¡Feliz Día de las Madres! y también reflexionar con
ustedes, pues el día de la madre no es solamente ofrecer, como muchos hacen, un
regalo o un detalle de cariño – que creo está muy bien -; sino fundamentalmente
reconocer nosotros, como Iglesia, lo importante que es la madre para la sociedad.
Tengamos a María como ejemplo de madre
Antiguamente se decía: «madre sólo hay una»,
y pienso que es verdad. Recordemos a la madre ejemplar de todos nosotros, la
Virgen María, quien llevó en su vientre purísimo durante nueve meses al Hijo de
Dios. En ese tiempo surge en Ella un amor sin límite a ese Niño, Jesús, que
será infante, joven, y finalmente Hijo suyo en la cruz. Por eso, mamás, todas
ustedes deben ser el ejemplo y el recuerdo de esa Madre de Dios.
Mamás, ustedes nos han llevado en su vientre
durante nueve meses en que ya su amor, nos acompañaba. Por todo ese cariño,
levanto mi voz haciendo eco a la voz del Papa, y les digo: ¡mamás, cuiden a sus
hijos no concebidos todavía, cuiden a esos hijos que acaban de ser fecundados,
que están en su vientre, y que hoy lamentablemente los exponen al miedo del
aborto!
Mamás, vean a María, vean en Ella el ejemplo.
Hoy en su casa, en su hogar, algunas lejos de sus hijos, algunas cerca de
ellos, algunas en el lecho del dolor de un hospital, otras privadas de su
libertad. Siempre vean a María como su ejemplo.
Hace pocos días me decían en la cárcel de
Santa Mónica: recuérdenos, señor Cardenal. Va mi saludo para ustedes, y a todas
las mujeres madres, hoy les digo ¡cuiden de esos niños que están en su vientre
y asuman esa responsabilidad de ser madres!
«¡Bendita la madre que te trajo al mundo!»
El ser madre es de tal categoría, es de tal
clase, es de tal maravilla, que es también tan hermoso cuando las mujeres lo
asumen con responsabilidad. Por eso Jesús escucha ese piropo que le dicen de
María: «bendita la madre que te trajo al mundo».
Esos piropos de amor en la época de Jesús son
los mismos que hoy también les decimos a nuestras madres, ¡benditas mamás!, que
han sabido cumplir el rol a veces difícil, a veces sacrificado, de ser madres,
ese rol de educar a sus hijos. Una educación que supone cariño y ternura.
Dicen los médicos que los bebés ya reconocen
la voz de su madre cuando están en el vientre. Ya empieza un cariño. Por eso
cuando hoy celebramos este día de la madre no queremos solamente hablar de
regalos, queremos hablar de María, de la Virgen, queremos hablar de las mamás a
ejemplo de María; queremos hablar de los hijos, para que sepan querer mejor a
sus madres, no sólo de palabra, sino con actos.
El amor de madre ilumina el mundo
Qué daría una madre por ver una sonrisa de
sus hijos. Cuantas veces las madres mendigan una palabra de cariño, de
agradecimiento, de perdón. El encuentro de las madres y sus hijos es algo que
ilumina el mundo.
Por eso el Papa con tanta preocupación nos
dice al mundo de hoy: la familia, la maternidad, los hijos, son realmente
grandes valores. Y yo quiero que en este mes de mayo, que recién empezamos,
hagamos una gran cruzada del santo rosario, porque la familia que reza unida
permanece unida.
Madre mía, a ti me dirijo, a través de estas
palabras, te pido María que te acerques a todas estas madres que hoy te buscan,
para que tú, Madre Santa, las bendigas, las abraces con cariño y las llenes de
fortaleza.
Es el mejor momento para la reconciliación
Y a ustedes, padres, papás, les digo que si
tienen algún rencor o alguna dificultad – que siempre puede haberlos – éste es
el día de decir: esposa, te quiero tanto… Hay tantos modos de ser cariñoso
entre el hombre y la mujer en el matrimonio.
Busca las palabras y háblale con cariño, dale
un abrazo, dale un beso, dile que le pides perdón, que la quieres más que
nadie. Pero que no sean sólo palabras. Cuántas veces el marido sin querer hace
sufrir a su esposa, cuántas veces los hijos no saben devolverle a su madre con
cariño, con obediencia, y con oración, todo su sacrificio.
Por eso el evangelio de hoy según San Juan,
nos recuerda lo que Jesús nos dijo: «hijos míos me queda poco para estar con
ustedes y les quiero decir que les doy un mandamiento nuevo, el que se amen
unos a otros como yo los he amado».
Piensen en el amor de María a Jesús, el amor
de Jesús a María, el amor de José a María y a Jesús. Este es el mandamiento que
Jesús nos deja, el que haya amor entre nosotros, entre cada miembro del hogar.
El orgullo de ser mujer es la maternidad
La mujer es más fuerte que el hombre. Tiene
los mismos derechos, los mismos deberes, la misma dignidad, pero además tiene
un toque especial, la feminidad, la ternura, el cariño, la agudeza, ese ser
mujer, que las hace ser diferentes -ni mejores ni peores- algo que las hace que
estén orgullosas de ser mujeres, el ser madres.
Les digo unas palabras del Papa Juan Pablo
II, quien es un ferviente defensor de la maternidad, del papel de María y del
papel de la mujer y de la esposa; nos dice el Papa: afirmamos que la mujer es
la que recibe amor para amar a su vez.
Mamás, Dios las ha hecho para ser amadas,
pero no para que se queden con ese amor, sino para dárselo a los demás, y por
eso tengan la fortaleza de saber levantar esos hogares, cuando el hogar se
tambalee, cuando se encuentra débil, ahí esta la Virgen con ustedes para
decirte a ti mujer y madre, ama a tus hijos.
La mujer, dice el Papa, no puede encontrarse
a sí misma si no es dando amor a los demás. Mamá, la mía esta en el cielo, a ti
joven o anciana, estés donde estés, serás cada día más alegre y mejor cuando
sepas amar más.
Que el Señor Jesús bendiga todos sus hogares,
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.
Mons. Juan Luis Cipriani
Cardenal de Lima, Perú.
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