MI CRISTO ROTO
Una obra de teatro personificada por Tolomeo
Aliaga
Teatro que da luz y esperanza
EL ESPECTÁCULO
Mi Cristo roto es una obra de teatro
representada por un solo actor, en este caso el escritor y declamador Tolomeo
Aliaga Quispe. Esta obra puede ser presentada casi en cualquier foro, porque el
actor sólo requiere del apoyo de un técnico de luz y sonido y muy pocos
recursos escenográficos.
La obra de teatro ha sido adaptada y
producida por el propio Tolomeo Aliaga, el cual cuenta con casi 25 años de
carrera artística.
La adaptación teatral parte de dos libros
escritos por el padre Ramón Cué, S.J. derivados de sus aprendizajes y aventuras
con el Cristo roto, pieza que le compró a un anticuario en Sevilla. Tolomeo
Aliaga encarna al propio padre Ramón, y la obra se desarrolla en la oficina del
sacerdote durante los momentos en que escribe los libros.
La temporada inaugural de Mi Cristo roto tuvo
lugar en la Procesión de Viernes Santo 2012, en un Balcón de la Municipalidad
de Lambayeque. Se presentó también en la Comunidad Católica “Bodas de Caná” de
donde forma parte Tolomeo. También se presentó en ULTREYA del Cursillo de
Cristiandad, así como en el Coliseo Marcavalle de Lambayeque, durante el Vía
Crucis preparado por el Ejército del Perú.. Durante esta temporada, Tolomeo
Aliaga, acompañado de la Sra. Juanita Zunini, hizo gala de su experiencia y de
su gran talento interpretativo. Lo que inició como una corta temporada, durante
la cuaresma y Semana Santa del 2012, se convertirá en una gira nacional durante
el 2013. A principios de Enero se presentará en la Novena de homenaje al Corpus
Christi en el Distrito de Yauyucán – Santa Cruz – Cajamarca; para
posteriormente presentarlo en Maravilca, Matahuasi, Concepción, Huancayo,
Lambayeque, Chiclayo y otros lugares.
Mi Cristo roto constituye una experiencia
reflexiva maravillosa. Deja sembrados en los corazones de quienes la viven,
sentimientos como el perdón, el amor al prójimo y la solidaridad. Nos enseña
cómo hacer más llevadera la cruz que todos cargamos. El impacto que la
actuación de Tolomeo Aliaga causa en el público trasciende todas las áreas de
la vida del espectador.
MI CRISTO ROTO, UNA GRAN PARÁBOLA
La historia comienza en una tienda de
antigüedades en Sevilla, donde el padre Ramón Cué regatea el precio de un
Cristo de madera que luce muy deteriorado. A la imagen le falta la cruz,
también media pierna, un brazo y el rostro; ya que aparentemente fue profanada
durante la guerra civil española. No obstante, es una fina obra de arte que
merece ser restaurada. Aquí empieza el diálogo que se desarrollará durante toda
la obra. Ya en casa, el padre Ramón se sorprende cuando el Cristo le prohíbe
que lo restaure. El Cristo roto prefiere no ser restaurado, porque desea que
veamos en su rostro el rostro de todos nuestros hermanos: los Cristos rotos
vivos y sufrientes. A lo largo de la obra se profundiza en esta gran parábola.
Ambos personajes nos demuestran las posibilidades del ser humano, como hijos de
Dios, para servir y restaurar a nuestros hermanos en lo físico y en lo
espiritual.
El diálogo entre el protagonista y el Cristo
roto nos va entregando invaluables lecciones llenas de sabiduría y esperanza.
Descubrimos que estamos acostumbrados a ver la cruz, aunque pocas veces
recordamos lo que verdaderamente significa. El Cristo roto no tiene cruz, y nos
invita a que le entreguemos la nuestra; tal vez para ayudarnos a cargarla. Al
final de la obra, Cristo explica cómo fue morir en la cruz.
LA ADAPTACIÓN PARA EL TEATRO
Escritor Tolomeo Aliaga Quispe |
Mi Cristo roto se ha convertido en un clásico
de la literatura religiosa contemporánea, ya que el contenido se ha mantenido
vigente y ha demostrado su valor transcurridos 90 años de su primera
publicación. La representación teatral impacta a las nuevas generaciones que no
conocieron el disco de Mi Cristo roto , grabado y puesto a la venta en los años
60. Su riqueza de contenido lo hace igualmente interesante, tanto al leerlo
como al escucharlo en grabación. Sin embargo, representado en vivo es
particularmente conmovedor. Desde el punto de vista del público, es fascinante
ver cómo el actor sube al escenario a contar la historia del día en que
adquirió el Cristo roto; y cómo, poco a poco, el texto y la voz nos van
envolviendo, hasta que sin querer nos encontramos en medio de la historia: lo
que primero fue un relato se transforma en la representación de nuestro Señor
Jesucristo durante su pasión y muerte en la cruz.
LA FUERZA DE LA PALABRA TEATRALIZADA
El espectáculo unipersonal es uno de los
retos más grandes e interesantes a los que un actor se puede someter. La
capacidad del artista se pone a prueba al mantener la expectativa del público
durante toda la obra. Tolomeo Aliaga actúa extraordinariamente. Imprime en cada
interpretación su muy particular estilo, y nos hace vibrar con su voz rica en
matices y con su impecable dicción.
La inclusión de una pantalla y la proyección
de más de 500 transparencias hacen de Mi Cristo roto un espectáculo completo,
en el cual Tolomeo Aliaga interpreta a diferentes personajes.
Mi Cristo roto nos lleva a enfrentarnos con
nosotros mismos. El espectador encontrará muchas respuestas a su forma personal
de demostrar su fe y su devoción a Dios, y también se sensibilizará al
visualizar el rostro de Cristo en todos sus hermanos.
Las iglesias e instituciones que han
organizado alguna presentación de Mi Cristo roto han coincidido en comentar
que, en los últimos años, se ha menospreciado el extraordinario poder del
teatro como elemento evangelizador. El hecho de que Mi Cristo roto sea
representado por un aficionado a la actuación, un creyente comprometido, lo
hace doblemente poderoso.
Tolomeo Aliaga, con casi 30 años de
experiencia como declamador, logra una actuación extraordinaria, se entrega en
cuerpo y alma a la función y él mismo supervisa cada detalle de iluminación y
sonido.
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