SEÑOR
DE LA COLUMNA.
Hermosa talla de madera policromada y ojos de
cristal. Mide 163 cm. de altura. Data de finales del siglo XVIII y su autor es
desconocido
Quinto paso: Señor de la Columna |
Se trata de una trágica representación de Jesús flagelado. Se le
muestra de cuerpo entero, de pie y de frente. Como única vestimenta un sudario
elaborado en tela encolada, cubierto por un faldellín de color morado. La
cabeza, que lleva tres potencias plateadas, se encuentra levemente inclinada
hacia el hombro derecho. El rostro ovalado, la frente despejada. Cejas arqueadas;
la mirada baja refleja gran sufrimiento, con un extraño y trágico brillo; los
ojos con el iris color castaño oscuro;
nariz recta y prominente; los labios, bien dibujados y gubiados y ligeramente
entreabiertos. La cabellera larga y rizada, dejando visible buena parte del
pabellón auditivo del lado izquierdo. La barba corta y rizada. Los brazos
flexionados, cruzados y enlazados a la altura del abdomen, la muñeca de la mano
derecha monta la de la mano izquierda.
Esta apoyado en su pie y talón izquierdo, con la pierna derecha
ligeramente flexionada hacia adelante, dejando el talón en el aire. A su
costado izquierdo, y a la altura de la cadera, una especie de columna, exenta,
de madera dorada. La imagen muestra una carnadura de tonos claros, salpicada
por huellas de laceraciones y tumoraciones, destacándose las de la parte media
de la espalda, donde también son remarcados los huesos que la conforman.
CRISTO
POBRE
Lograda talla barroca de 117 cm. de altura,
realizada en madera policromada, ojos de cristal y sudario de tela encolada. Su
autor es anónimo. Sabemos fue trasladada a la Iglesia San Pedro de Lambayeque en febrero de 1785. Costearon su
fábrica los señores Manuel Albujar y Antonio Farro, indios originarios del pueblo de Lambayeque,
quienes a su vez fueron sus primeros mayordomos.
(Jorge
Izquierdo Castañeda. “Una Joya del arte virreinal en Lambayeque”. Suplemento
Dominical del Diario “La Industria” de Chiclayo. 12 de octubre de 2008).
Sexto paso: Cristo Pobre |
Es la representación de Jesús en uno de los
momentos más dramáticos de su Pasión. Se le muestra de contextura delgada y
semidesnudo. Su semblante ofrece una expresión de angustia y abandono, con la
mirada hacia abajo y los parpados sombreados, la nariz recta, los pómulos
acusados, la boca entreabierta mostrando claramente los dientes superiores
tallados y parte de la lengua. La barba ligeramente bífida. Se encuentra
sentado sobre una silla de madera de moderna factura y dorada con purpurina,
asiento de pana color rojo. Las piernas cruzadas, el pie izquierdo descansa
sobre un cojín forrado en tela de pana color rojo. La cabeza y el tórax
ligeramente hacia delante y ladeados
hacia el lado derecho del cuerpo.
La cabeza ligeramente inclinada hacia
la derecha descansa sobre la mano del brazo derecho, cuyo codo se asienta en la
pierna del mismo lado. El brazo izquierdo cruzado descansa sobre la pierna
derecha. Es fin se trata de un Varón de carnaciones mate, con visibles heridas en ambas rodillas,
hombros y espalda, producto del Vía Crucis y la flagelación.
Procesiona cubierto con un rico manto de
terciopelo rojo ricamente bordado en finos hilos dorados, y tres potencias de
plata a manera de aureola.
LA
VERÓNICA
Aunque a este personaje no se le cita en los
evangelios, existen referencias en los evangelios apócrifos, y su leyenda se
extendió a partir de la Edad Media. Dicha mujer según la tradición se abrió
paso entre la multitud que acompañaba a Jesús en su camino al calvario, y con
un pañuelo limpió el sudor y la sangre que corría por su faz.
Séptimo paso: La Verónica |
Se trata de una escultura de regular tamaño,
realizada en pasta de madera, tela encolada y ojos de cristal. Data de
principios del siglo XX y su autor es anónimo. Se le muestra de cuerpo entero,
de pie y de frente. De rostro ovalado, con la cabeza ligeramente inclinada
hacía la izquierda, con aureola de metal plateada. La mirada ligeramente hacía
arriba, frente amplia y despejada, cejas delineadas color castaño oscuro, nariz
recta, boca entreabierta que deja traslucir los dientes superiores, labios y
mejillas sonrosadas. Sus brazos flexionados a la altura de la cintura y hacia
adelante, las manos abiertas, con los
dedos ligeramente flexionados en actitud de sostener el velo impreso con las
facciones de Jesús.
Viste tocado de color blanco, túnica de color
lila, y manto abierto de color castaño claro con revés celeste, ciñe su talle
una correa dorada. Se encuentra descalza.
JESÚS
NAZARENO
Representa una de las caídas de Cristo con la
cruz a cuestas en la calle de la Amargura mientras camina hacia el más alto y
generoso de los sacrificios en el monte del Calvario.
Octavo paso: Jesús Nazareno |
Se trata de una efigie, de vestir, aunque
aparentemente parezca una talla completa, como erróneamente se puede juzgar en
una observación parcial. Una observación más detenida e integral permite
comprobar que tan sólo se trabajaron las partes más visibles, como son la
cabeza, pies, antebrazos y manos (articuladas), elaborados en madera de cedro
policromada y ojos de cristal, mientras que al resto del cuerpo se le dio tan
sólo forma y volumen pero no talla y encarnación. Su autor es anónimo y dataría
de la primera mitad del siglo XVIII,
Muestra el Nazareno la cabeza levemente
girada a la derecha. Su rostro alargado, posee rasgos serenos y varoniles.
Finos hilos de sangre parten de la frente ancha, las fosas nasales y las
comisuras de los labios. La nariz recta y pronunciada, de inspiración judaica,
prolongada por cejas levemente arqueadas en sus extremos, en la mejilla del
lado izquierdo se puede observar la herida producida por el bastonazo que le
dio un guardián de Caifás. Acusa el rostro casi extenuación, agobiado por el
peso de la cruz y el duro castigo de los azotes, reforzando este efecto los
párpados caídos y la mirada triste y resignada. El bigote nacido a partir del
surco nasolabial y la barba, apuntada y ligeramente bífida, enmarcan una boca
entreabierta por la que asoma la dentadura inferior y parte de la lengua
trabajadas con minuciosidad en la misma madera.
Lleva procesionalmente largos
cabellos postizos que cubren su original cabellera, partida al medio y recogida
hacia atrás, con una leve e intencionada deformación de los parietales para
ahormar la corona de espinas que es sobrepuesta. Viste un atuendo morado
ricamente bordado.
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