La muerte en la cruz es el hecho mejor
atestiguado de la biografía de Jesús de Nazareth
«Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado». Ningún historiador serio duda hoy de la
veracidad de la muerte de Jesucristo que recogen los cuatro evangelios y
mencionan textos de autores no cristianos como el historiador judío Flavio
Josefo que afirmó en sus escritos a finales del siglo I que Pilato «lo condenó
en la cruz» (Antigüedades Judías 18,63) o el romano Tácito que informa poco
después en sus Anales que «había sido condenado a la pena capital por orden de
Poncio Pilato durante el principado de Tiberio».
«La muerte en cruz es el hecho histórico
mejor atestiguado de la biografía de Jesús», señala Santiago Guijarro,
catedrático de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad
Pontificia de Salamanca. También el Talmud se encuentran noticias más tardías
sobre la crucifixión, aunque en la obra sobre leyes, tradiciones, costumbres,
historias y leyendas judías se perciba una cierta vacilación sobre el modo en
murió Jesús «pues se dice que fue "colgado" después de que un heraldo
anunciara que iba a ser "apedreado" (bSanh.43ª-b)», añade el
biblista.
El catedrático de Filología griega de la
Universidad Complutense Antonio Piñero secunda esta opinión en el libro «La
verdadera historia de la Pasión, según la Investigación y el Estudio Histórico»
(Edaf): «No conozco comentarista serio alguno que niegue la historicidad de la
crucifixión de Jesús, puesto que fue algo terrible para los seguidores de
Jesús, a los que planteó innúmeras dificultades teológicas». La crucifixión era
la muerte más denigrante, un tormento especialmente cruel del que no estaba
bien visto ni hablar. No podía haber sido una invención de los primeros
cristianos por ser un hecho «humillante» del que los primeros apóstoles no
salían bien parados por haber abandonado a Jesús.
¿Qué ocurrió para que los seguidores de Jesús
que habían emprendido el camino de vuelta a sus hogares volvieran a Jerusalén a
dar testimonio de lo visto y vivido y los que se habían ocultado durante el
proceso y la ejecución de su maestro perdieran el temor a hablar? La
Resurrección no pertenece al ámbito de la historia, pero sí hubo un cambio de
actitud en sus discípulos, una transformación que «no se puede explicar
fácilmente desde el punto de vista histórico si no es desde un acontecimiento
verdaderamente extraordinario» destaca Guijarro a ABC. Según ellos dijeron,
Jesús había resucitado. A la luz de quienes creyeron en la Resurrección se
escribieron los primeros relatos sobre la Pasión de Cristo.
«Durante el periodo inicial los discípulos de
Jesús no sintieron la necesidad de poner por escrito lo que estaban viviendo
(...) Solo cuando habían desaparecido aquellos que habían sido testigos de la
vida de Jesús o cuando las comunidades sintieron la necesidad de conocer sus
orígenes comenzaron los discípulos a escribir sus recuerdos», explica Guijarro.
Los historiadores coinciden en señalar que existió una narración previa al
primero de los evangelios, el de Marcos, que de confirmarse su existencia sería
junto con el denominado Documento Q la narración más antigua. Marcos incorporó
este relato en sus escritos hacia el año 70 d.C. y en él se inspirarían después
Mateo y Lucas. También Juan se habría basado en este relato previo que
recordaba los últimos días de Jesús puesto que coincide esencialmente en esta
parte de su evangelio con los otros tres, los llamados sinópticos. La visión
teológica de cada uno impregna su narración, empedrando el texto con alusiones
a las Escrituras y añadiendo simbología para explicar el mensaje que querían
transmitir.
«Para empezar, todo el proceso del arresto,
juicio, condena y ejecución de Jesús tuvo que haber durado varios días. Es
imposible meter en 12 horas todos los acontecimientos narrados en los
evangelios. Los relatos han sintetizado en pocas horas un proceso mucho más
complejo», según señala el profesor jesuita Juan Manuel Martín-Moreno en un
curso impartido en la Universidad Comillas de Madrid para la licenciatura en
teología bíblica. De la misma opinión es el profesor Antonio Piñero, que sitúa
como más verosímil que la entrada de Jesús en Jerusalén se produjera en
septiembre durante la Fiesta de los Tabernáculos donde eran típicas las palmas
y el relato condense lo sucedido en varios meses.
Guijarro difiere: «Precisamente el problema
que plantean los relatos de la pasión es que se alargue tanto lo que, desde un
punto de vista histórico, podría haber sido una condena mucho más rápida y
mucho menos formal».
Coherencias con la historia
Para el catedrático de la Universidad
Pontificia de Salamanca, «la mayoría de los detalles que aparecen en el relato
de la pasión son coherentes con las noticias más seguras», como por ejemplo la
tablilla de la cruz con el cargo contra Jesús. «Parece histórico a todas
luces», coincide Martín-Moreno, porque «"Rey de los judíos" no es un
título que los cristianos dieran nunca a Jesús y por eso los cristianos nunca lo
habrían inventado».
También parece «muy verosímil» para Guijarro
la oposición de las autoridades del templo, «pues el motivo de la condena fue
una palabra suya en contra del templo (Mc 14,58)» o la comparecencia ante
Pilato, necesaria para ejecutar la pena capital. Resulta a su juicio «muy
probable» que «Jesús previera un desenlace violento y quisiera despedirse de
sus discípulos dejándoles su testamento espiritual en el rito de la entrega del
pan y del vino». ¿Por qué no existe mención en la Última Cena del cordero
pascual? «Los evangelios dicen explícitamente que esta última comida de Jesús
con sus discípulos coincidió con la cena pascual, pero no están interesados en
describir el ritual de dicha cena. Su interés se centra en los gestos nuevos
que Jesús realiza en ellos: la entrega del pan y del vino en los evangelios
sinópticos y el gesto de lavar los pies a los discípulos en el Evangelio según
Juan», responde Guijarro.
El beso de Judas «era el primer episodio del
primitivo relato de la pasión», destaca el catedrático de NT, para quien la
negación de Pedro también tiene visos de ser histórica «pues va en contra del
papel y la valoración que acompañó a la figura de Pedro en la iglesia antigua»,
algo en lo que coincide con Piñero. El ex director de la Casa de la Biblia de
Madrid aprecia, sin embargo, «otro tipo de valor histórico» en la oración en
Getsemaní porque representa la forma habitual de rezar de Jesús, que se dirigía
a Dios como su «abbá» (papá). El relato «recoge estas diversas oraciones y la actitud
de Jesús ante su muerte», considera.
Algunos autores encuentran diferencias de
procedimiento entre el juicio judío que se describe en los evangelios y las
prescripciones de la Misná, aunque el teólogo de la Universidad Pontificia de
Salamanca subraya que ésta «es muy posterior a Jesús (comienzos del siglo
III)». «En tiempos de Jesús los procedimientos procesales eran muy cambiantes,
de modo que resulta muy difícil saber cómo eran exactamente los
"juicios" del Sanedrín». En todo caso, añade, la acusación de haber
hablado en contra del templo habría sido percibida por la clase sacerdotal como
una amenaza.
Detalles legendarios
Guijarro admite, sin embargo, que «al relato
de la Pasión se le fueron añadiendo detalles que encajan muy bien en la
historia, pero tienen un tono legendario, como el sueño de la mujer de Pilato o
el gesto de lavarse las manos que él realiza». Solo aparecen en el evangelio
según Mateo y pretenden expresar plásticamente que Jesús era inocente y fue
condenado injustamente.
La liberación de Barrabás constituye un punto
de discusión. Es muy probable que el personaje fuera histórico. «Las revueltas
en tiempos de Jesús eran comunes y el recuerdo de algunos de los sediciosos
permanecía en el pueblo», apunta Guijarro. Se duda, sin embargo, de si existía
la costumbre de liberar a un preso por Pascua como testimonian Marcos, Mateo y
Juan. Según R.E. Brown, autor de «La muerte del Mesías», «la falta de otros
testimonios contemporáneos hace que no podamos estar seguros de si existía esa
costumbre».
Simón de Cirene, el hombre que ayuda a Jesús
a llevar la cruz camino del Gólgota, «y sus hijos Alejandro y Rufo eran bien
conocidos en los grupos de discípulos de la primera generación (Mc 15,21)»,
recuerda Santiago Guijarro.
Existen diferencias sobre si fue histórica la
escena de las mujeres junto al discípulo amado a los pies de la cruz porque
apenas ha llegado a nuestros días información sobre este tipo de detalles.
Flavio Josefo habría identificado a un pariente suyo entre los miles de crucificados
judíos que Tito mandó matar tras la destrucción de Jerusalén y pidió al
emperador que lo bajaran de la cruz, por lo que podría ser verosímil que
algunos parientes de Jesús, entre ellos su madre, estuvieran cerca durante su
agonía.
Los detalles sobre que «echaron a suerte su
túnica...», que aluden al cumplimiento de las Escrituras habrían sido añadidos
al relato, así como los acontecimientos telúricos tras la muerte de Jesús («se
rasgó el velo del templo», «la tierra tembló»...).
«Es muy importante tener presente que los
relatos de la Pasión no pretenden hacer solo una crónica de lo sucedido, sino
que también intentan explicar su significado», advierte Guijarro.
Benedicto XVI se refirió en «Jesús de
Nazareth. Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección» (Ediciones
Encuentro) a las discrepancias entre los historiadores en algunos puntos
recordando que «una investigación histórica siempre puede llegar solo a un alto
grado de probabilidad, no a una certeza definitiva y absoluta sobre todos los
detalles».
Para el
ahora Papa emérito, «solo un acontecimiento con una fuerza sobrecogedora» podía
haber suscitado el cambio del sábado por el domingo como día principal de la
semana a los seguidores de Jesús. «Para mí, la celebración del Día del Señor,
que distingue a la comunidad cristiana desde el principio, es una de las
pruebas más fuertes de que ha sucedido una cosa extraordinaria en ese día: el
descubrimiento del sepulcro vacío y el encuentro con el resucitado», confesó en
el libro.
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