El día 29 de junio se celebra la solemnidad
de los santos apóstoles Pedro y Pablo. La Iglesia los ha unido en una misma
fiesta celebrando la gloria de su martirio y la universalidad de sus figuras.
Ambos dieron el testimonio supremo de su vida, próximos en el tiempo y en el
espacio. El primero fue crucificado en el monte Janículo, siendo enterrado en
la colina Vaticana junto al circo de Nerón, donde hoy se levanta la basílica de
San Pedro. El segundo fue decapitado junto a la vía Ostiense. Su sepulcro ha
sido oficialmente reconocido el año pasado en la basílica paulina. Por cierto,
en días pasados han sido dadas a conocer unas pinturas murales del siglo IV en
las catacumbas romanas de Santa Tecla, que estaban ocultas tras una capa de
yeso y que reproducen las efigies de los mencionados apóstoles, además de las
de San Andrés y de San Juan Evangelista.
Benedicto XVI |
San Ireneo celebraba en el siglo II a la
Iglesia de Roma “fundada y constituida por los gloriosísimos apóstoles Pedro y
Pablo”. Por este motivo, el Obispo de Roma, sucesor de San Pedro y heredero del
ardor evangelizador de San Pablo, desempeña un ministerio singular al servicio
de la unidad del pueblo de Dios esparcido en todo el mundo. Esta función se
conoce como el ministerio petrino. San Pedro recibió de Jesucristo la suprema
autoridad en la Iglesia bajo el simbolismo de las llaves, siendo confirmado
después de la resurrección del Señor en la misión de apacentar a todo el
rebaño. El Papa es cabeza del colegio episcopal, heredero del colegio
apostólico, y pastor de todos los fieles. Por este motivo, la fiesta de San
Pedro es el día del Papa, hoy S.S. Benedicto XVI.
Beato Juan Pablo II |
A todos los Papas se le pueden atribuir estas
palabras de Pío XII: “Los sucesores de Pedro, mortales como todos los hombres,
pasan más o menos rápidamente. Pero el Primado de Pedro subsistirá siempre, con
la asistencia especial que le fue prometida, cuando Jesús le encargó de
confirmar a sus hermanos en la fe. Sean lo que sean, nombre, origen y rostro
humano de cada Papa, es siempre Pedro quien vive en él; quien dirige y
gobierna; y sobre todo, quien enseña y difunde por el mundo la luz de la verdad
salvadora”. Benedicto XVI, delicado, amable, sabio, celoso por la santidad de
la Iglesia entre otras virtudes, es hoy el rostro humano del apóstol Pedro.
Ningún católico puede dudarlo.
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